La amistad es grande

[Volver al índice de obras]

En ese momento,  en él vi mi vida triste, sola y sin nadie a mi lado, yo no era mala persona, al contrario, era amigable  y divertido, no podía comprender, como es que me convertí en una persona antisociable, tímida y amargada de la vida en ese entonces empecé a recordar mi vida y porque es que estoy así.
En la capital peruana, Lima, nací y pase gran parte de mi vida allí, todo era hermoso, recuerdo los casinos, las grandes tiendas comerciales, pero por problemas nos tuvimos que ir a una ciudad que yo desconocía, su nombre era Arequipa.
Logre cumplir 6 años y a esa edad ya era alguien aplicado, ya sabía leer, cantar, hasta sumar y restar a la perfección, el momento en el que entre a el colegio, rápidamente tuve amigos, aunque extrañaba a mis amigos limeños, pero los olvide mientras iba pasando los días, ya era mitad de año escolar y en eso la profesora se demora en entrar a clases, 1, 2 horas y no venía, mientras todos jugaban en el salón yo ya estaba exhausto, me quería dormir, los ojos se me cerraban lentamente, cabeceando contra el pupitre poco a poco escuchando menos el ruido que hacían mis compañeros, y de repente aparece la profesora diciendo:
 —Niños perdón por la demora.
En eso veo a un niño con lentes, medio morenito y tímido detrás de la profesora, se trataba de un nuevo compañero de clases, la profesora con un tono alto dijo:
—Niños saluden a su nuevo compañero, su nombre es Román.
Después de la presentación, el compañero nuevo se sentó al lado mío, en eso aproveché en hablarle, pero este ni caso me hacía. 
Ya era la hora de la salida y me tenía que ir a casa, en el camino me encontré con Román, pero este al parecer estaba en un aprieto, un perro le quería morder y yo rápidamente alzo una piedra y le lanzo al perro, en eso Román me dice:
—Gracias, estaba asustado y no sabía que hacer —hablando medio lloroso.
Después de lo sucedido Román y yo nos volvimos muy buenos amigos, jamás había tenido una gran conexión de amistad, yo estaba alegre y él también, después de mucho Román me dijo de donde era, su ciudad natal  era Cusco, él estaba intimidado acá en Arequipa, por eso era tímido, se termina el año escolar y en la clausura se dio la entrega de diplomas, logré sacar el primer puesto del primer año de primaria, yo estaba sorprendido, pero algo preocupado, pensaba que Román ya no continuaría las clases el año que sigue y se iría de nuevo a Cusco, hable con su mamá y ella me dijo que solo irán a Cusco por vacaciones, él normal continuaría las clases en el colegio, yo me sentí el niño más feliz del mundo, espere y espere y las vacaciones por fin se acabaron, ya era lunes y era primer día de clases del año, estaba emocionado, ya iba por el segundo año de primaria, pero yo solo quería ver a Román.
Al llegar, él estaba ahí, me sentí contento, pero al parecer mi felicidad no duraría mucho, papa y mamá tienen problemas y se separan, tome quedo viviendo con mi madre, por ello es que me cambian de colegio, jamás encontré un amigo como Román, eso yo pensaba, a lo largo de la primaria tenía amigos, pero ninguno era tan bueno como Román, llegue a los 12 años y por fin daría mi primera clase del grado secundario, pero por problemas con el colegio me cambiaron a otro, en el tercero de secundaria es el grado donde llegue a mi último colegio donde acabaría mi secundaria.
En este nuevo colegio me sentía raro, pues los compañeros eran algo vulgares, escuchaban música que no conocía y sobretodo les gustaba el reggaetón, yo por otro lado era todo un rock ero, me gustaba salir rápido del colegio para ir a ver el tren, en uno de esos días viendo el tren después de la salida, vi a un señor que también miraba al tren al igual que yo, al mirarme el señor con un acento raro dijo:
—¡Hey! Chaval hola —se trataba de un español, hablamos por un rato, me sentía raro, pensaba que era un secuestrador, según él le caía, quedamos en encontrarnos al día siguiente en el carril por donde pasa el tren.
Nos volvimos a encontrar y en eso yo le dije:
—Hola, una pregunta ¿Por qué vienes aquí a ver al tren?
Entonces él me responde:
—De pequeño mi papá me llevaba a ver los trenes, a mí me gustaban y la verdad como mola ver los trenes, me acuerdan a él y a la vez me siento tranquilo.
Yo un poco triste le dije:
—Tú siquiera estuviste con tu padre, el mío se fue por problemas con mi madre.
El español en eso me mira y me toca el hombre diciéndome:
—Soy una persona que no puede tener hijos, me gustaría que tu fueses el hijo que nunca tuve, aparte mi amigo —me lo había dicho con una sonrisa, yo acepte, todas las tardes después del colegio nos encontrábamos en el carril, me sentía algo raro porque él me invitaba helados, dulces y comida pero poco a poco me fui acostumbrando.
—Tú tienes miedo a la muerte —me dijo el español.
—Pues claro que si —le respondí.
Él sonriendo me dice:
—Yo no le tengo miedo.
Yo me empezaba a asustar y le decía que ya no hable sobre la muerte, después de eso él me dijo:
—Qué te parece si este fin de semana salimos, para celebrar nuestros 3 meses de amistad.
Acepté, fuimos a los juegos a divertirnos , a la plaza de armas, a las grandes tiendas, me sentí feliz al igual que él, ya entes del anochecer el vio un mensaje en su celular, se puso algo triste y al guardar su dispositivo se acercó a mí y me dijo –fue genial pasarla bien contigo pero me tengo que ir, debo de retornar a España, dentro de 2 años en el mismo carril nos volveremos a ver— me dejó en mí casa, y se fue, me puse triste ,no quería comer, mi mamá en eso se acerca y me dice –hijo come, a tú amigo el español no le gustaría verte así, además en 2 años regresa, eso se pasa rápido— ahí volvieron mis ganas de seguir vivo.
Ya entraba al cuarto grado de secundaria, y justo en la ceremonia de apertura del inicio al año escolar, vi a una cara conocida, me acerque lentamente hacia el chico, en eso él me ve y alegremente me dice —amigo soy yo Román tú amigo, te acuerdas de mi— no podía creer, mi mejor amigo de la niñez estaba frente a mí, no me contuve y fui a abrazarlo.
Pero al transcurrir los días, vi que mi amigo  Román no era el mismo, le gustaba andar con los populares del salón, tenía sus enamoradas en gran cantidad y solo se acordaba de mi cuando no hacia la tarea, había comprendido que él tiempo lo hizo cambiar, yo me aleje de él, uno de esos días cuando estaban jugando futbol en el patio, rompieron accidentalmente la ventana de la dirección, Román y los chicos populares del salón, no sabían que hacer, la directora del colegio llega y con voz amarga y con tono alto dice —quien rompió la ventana de la dirección— nadie hablaba, todo estaba en silencio, y con voz más fuerte aún dice –quien fue— Román me mira y pone una cara como si quisiese decir lo siento, y se pone a decir —él fue— señalándome, todos me hacharon la culpa, y pues la directora  me castigo.
Me pusieron de castigo barrer todas las tardes mi salón hasta el fin de año, aunque por ello conseguí más amigos .Un día de esos cuando la profesora de historia explicaba sobre la conquista de los españoles, me hizo acordar a mi amigo el español me preguntaba ¿qué será de él? .Rápidamente acabo el año escolar y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba en la ceremonia de apertura del inicio del año escolar, estaba entusiasmado ya cursaba el quinto año de secundaria, y también este año vendría el español, las cosas pasaron rápidamente, di el examen de admisión de la UNSA, logre ingresar, así también iba todas las tardes al carril a esperar al español.
Era 5 de octubre, y una gran tormenta llego a Arequipa, no paraba de llover, pero aun así fui al carril a esperar al español, no aparecía, pero yo seguía esperando, yo ya estaba todo empapado, y de repente la lluvia ya no me tocaba, un paraguas estaba encima de mí un hombre extraño me lo había puesto, y me lo dio, lo mire bien y era él, era el español, no lo podía creer que por él llegara, mis lágrimas no paraban de salir, por fin él había regresado.
Le abrace fuertemente, él me llevo a una cafetería y allí acordamos vernos mañana, como hoy era viernes, y al día siguiente nos encontramos y fuimos a pasear, en eso de los 10:40 am en el centro comercial donde estábamos, se incendia, todos lograron salir, menos yo, pensaba que sería mi fin, la peor manera de morir era quemado, de pronto escucho la voz del español diciendo —chaval donde estas, responde— y pues yo le dije –aquí español ayúdame por favor— él llego con los bomberos y me salvaron.
Yo aún estaba asustado de lo sucedido, pero él español con sus chistes me alegro, —chaval, sabes una cosa, a las drogas dile no— yo estaba con cara de que, y este que tiene, y el prosiguió —diles no te vayas— él se reía solo como loco y pues le seguí la corriente y me reí con él.
Ya era el penúltimo día de clases, ese día en la tarde el español me dice —mañana traigo mi auto crio, iremos al cine— yo estaba entusiasmado por que jamás había ido al cine, y pues cancele jugar con mis vecinos el día de mañana, ya llegado el último día de clases, los profesores se despidieron de nosotros, entre el salón jugamos al ángel y comimos panteón, faltaba 1 hora para salida, de repente me sentí triste, mis manos empezaron a sudar, y me dolía la cabeza, tenía el presentimiento que algo malo había sucedido, no aguantaba más y salgo corriendo del colegio, no sé qué paso pero fui rápidamente con mi mochila al carril, en eso veo a mucha gente amontonada en el lugar donde yo y el español nos encontrábamos, escuchaba que la gente decía –el hombre de ahí, se metió con su auto al carril para evitar que el tren atropellara a una niña de 7 años— me acerque más y más ese hombre que había sido impactado por el tren era mi amigo el español, no lo podía creer, mi amigo, el que me dio ese cariño de padre había muerto, recordé en ese momento sus palabras, sus chistes, su gran manera de ser, el amor, la bondad y la paciencia que me tenía, él estaba muerto –español no regresa…regresa conmigo, deja de bromear, esto no es gracioso— llorando me acercaba, quería entrar a la zona del accidente, pero los policías no me dejaron, al día siguiente fue su entierro, por cada vez que le enterraban con la lampa recordaba su manera de ser, su risa, su amabilidad, yo me quería morir, quería que me enterrasen con él, estaba harto de seguir vivo, mi amigo había ido y sé que jamás volverá ,solo estará en mi recuerdo, deje de hacer amigos, no quería vivir, quería estar solo y encerrado en mi cuarto, él ya no estaba, mis ojos no paraban de votar lágrimas, fue ahí donde me di cuenta que cambie, jamás te olvidare mi gran amigo el español, yo sé que cuando muera tú y yo nos volveremos a encontrar y ahí nadie ni la muerte nos separará, gracias por ser mi gran amigo, gracias por ser el padre que jamás tuve, gracias por todo español. 

Seudónimo: El gato negro de Marilya