La cadena del buen obrar

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Lo que pasa pasó o, todo pasa, pero hay que superarlo, soy Carlos y esta es mi historia. Cuando mi familia se destrozó yo era un mocoso de 16, que no sabía nada. En la vida, vi a mi padre partir y a mi madre ver desfallecer a la defunción del hombre que me dio la vida y de dolor ella también murió.
Un buen día y gracias a Dios, corriendo y ocultándome de los soldados que querían llevarme a luchar (obviamente yo no me iba a dejar llevar y morir como había pasado con mis seres amados) estos se rindieron y se fueron. Regresando a la calle mi súper nuevo hogar, me encontré un triciclo viejo, con el cual empecé a hacer de ropavejero.
De algo habría que subsistir, ¿no? —y pues— no había de otra. Perú  fue invaluable, pues de eso, de eso solo quedaban recuerdos y si yo no quería morir de hambre, venderme de sirviente o de prostituirme tenía que seguir adelante, sea como sea. Un buen día en mi triciclo, encontré a un grupo de chicos tan adinerados y pregunt鬬 ¿Quisieran comprar, vender o darme algo de ropa? Ellos con voz de burla respondieron:
—Se nota que quieres salir adelante… júntate con nosotros sé que podrás salir adelante tienes ganas.
—Respondí todo atónito ¿Cómo es que?
—Nosotros hacemos matanzas, robos, asesinatos, pero ganamos bien vale la pena, ¿te animas?
Respondí que sí, pero con duda y  la vez rabia, dentro de mí decía, si el país ya se malogró, que ganaría yo con tratar de arreglarlo pensé. Ya me había hecho amigos de lobo, Sancho, Jesús pero como su nombre no le quedaba le decían Judas.
Este me presento a Estela una chica muy inteligente, laboriosa, que estaba obligada a estar con Judas, porque si no estaba con él mataría a su hermana su única familia y por supuesto ella no quería perderla. Al, parecer sabían algo más de ella, pero no me lo querían decir, hasta que ella me lo dijo:
—¿Tú sabes por qué tengo que depender siempre de esa pandilla y fingir que todo está bien?
—No lo sé pero si no quieres no me lo digas esa es tu decisión.
—En un pasado yo me tuve que prostituir para salvar a mi hermana, Lía, que sufría de asma y por esa razón es con la que me amenazan.
Me llené de rabia, ira, cólera y fui a golpearlos, tuve que sacar mi ira con ellos.
Un buen día fui a buscar a Estela, pero esta había sido asesinada, por esta tira de malditos. Pero me di con la sorpresa de que había una pequeña niña de tercia piel y ojos azules. En ese momento me di cuenta que era la hermana de la mujer que sin darme cuenta me había enamorado…. Estela.
La pequeña Lía.
—Creo que eso me ayudó a madurar, me di cuenta que el mal camino no te lleva a nada y pues debía de progresar de alguna manera.
—Tomé a la niña como mi hija —vaya ya tengo 18 y soy padre, manejé mi triciclo hasta llegar a una localidad pequeña pero digna en toda la andanza… Conocí a Nuria que había sufrido la muerte de su madre y padre al igual que yo.
Nos habíamos hecho buenos amigos y yo me prometí llevarla por el buen camino, y trataría de trabajar vendiendo panes y ella cuidaría mi hija como si fuese suya. Un buen día llevando pan hacia el otro lado de la ciudad, tenía que pasar por una torrentera muy engañosa y pude divisar un vehículo dentro de aquella torrentera, este estaba todo destrozado y con dos personas muy heridas. Bajé muy caudalosamente y es ahí que veo un hombre moribundo diciéndome:
—Ayúdame.
—Lo haré de inmediato por favor resista.
Él me dijo:
—Llévate a mi esposa ella está a punto de morir. La subí a mi triciclo y la lleve hasta el hospital más cercano donde la atendieron, di aviso a la policía del hombre mal herido y fueron a rescatarlo. Estuve pendiente de ellos y en eso se acerca el doctor a decirme si llegaba cinco minutos más tarde la mujer fallecía.
De esto se enteró aquel hombre, James, y me dijo cuando ya estaba recuperado:
—Cuando tú necesites de algo búscame, te doy esta tarjeta.
Escribiendo algo atrás de la tarjeta, en francés, me la entregó, la recibí y me fui con mi hija y mi amiga Nuria a seguir cuidándolas y velando por ellas.
Me case con Nuria, sus virtudes me enamoraron, pero un mal día ella enfermo, decayó con un padecimiento extraño y muy costoso, su vida estaba en juego y yo no sabía qué hacer.
En eso recordé a James y la tarjeta que me dio.
Ya en la empresa (muy elegante y distinguida), en la cual hable con la secretaria, le entregué mi tarjeta, esta fue a su oficina, y le encargue a la secretaria que le dijera por favor que viera la parte escrita de atrás, escrita en francés. De inmediato me hizo pasar, me dio la mano y me pregunto a que se debía que estuviera yo ahí en ese momento, yo le conté mi historia, el  me dio dinero para pagar la operación de mi esposa, sin dudarlo, y me llevó a un lugar donde guardaban buses de transporte y me preguntó:
—¿Cuál quieres?
Yo pasmado respondí que ninguno, él ya me había ayudado demasiado, ya que él, me animó mucho accedí y me escogí el más arcaico, se molestó mucho y me dijo carambas me salvaste la vida y no puedes elegir un carro; me dio el bus más nuevo y moderno y me dijo: sabes lo que decía la tarjeta, aquella frase extraña en francés, ‘‘yo extrañado y alegre pregunte:
—¿Qué?
Con tono de agradecimiento él respondió:
—Te debo la vida, si quieres ayuda no dudes en pedírmela, tu recompensa esta en tu obrar, de amor y bondad.
Diciéndome hombre de alma pura y de buen actuar.
Salvé a mi familia de la desdicha, tuve otras dos hijas hermosas y me dedique al transporte con mi bus y mi empresa crece cada día más y más no es por presumir pero obtengo buenas ganancias aunque el buen obrar no se me quita y nunca se me quitará. Así que llevo siempre dos pasajeros por bus, personas que necesiten ayuda y no tengan dinero, porque sé que algún día ellos al igual que yo, brindaran la mano a otras personas que la necesiten como una cadena de buen obrar.

 Seudónimo: Tefa