Felices para siempre


Primero de abril: Su corazón latía normal como si nada pasaría a partir del momento en que su mirada cruzara con la de él, se alistaba muy tranquila para recogerlo del paradero Y así llevarlo a su casa… Tenía profesor particular de guitarra, tocar ese instrumento era muy importante para ella y era una meta que no podía dejar de cumplir. Ojala se hubiese propuesto otra meta.
Llegó muy tranquila a su encuentro, él estaba parado ahí, ella lo reconoció al instante porque ya lo había conocido mediante su red social. Habían conversado un par de veces pero nada fuera de lo habitual.
La primera clase muy genial, ella sentía que lo conocía de mucho tiempo atrás. Sentía una confianza única hacia él y bueno por qué  no decir que tambien se sentía muy atraída, el chico tenía lo suyo, alto, barba, ojos color de la miel, sonrisa encantadora y una mirada intimidante, todo lo que ella podía querer. 
Ni que hablar de su manera de ser, Dios, él era perfecto. Educado, estudioso buen chico con tatuajes y uno que otro piercing, empático. Simplemente perfecto. Bueno. Para ella lo era.
Ella… Bueno que se podía decir de ella. Una chica bastante problemática, no era delgada y era su mayor complejo nariz aguileña, morena y chaparra, fea no era, pero ella no decía lo mismo, se avergonzaba de ella misma sin embargo, con todos sus defectos ella tenía unos padres maravillosos, no perfectos, solo maravillosos que la amaban sobre todas las cosas.
SEGUNDA SEMANA: Ella esperaba que el reloj marcara la hora que quedaron en verse pero era muy dentro de ella. Si, era de las personas que no le gusta demostrar sus sentimientos a la gente que la rodeaba por que las podían usar en contra de ella, aquel sábado se dieron las mirabas más profundas y el roce de pieles más dulces que pudieron haber en la tierra, una que otra sonrisa cómplice, como si supieran los pensamientos del otro.
TERCERA Y CUARTA SEMANA: Él no llegó, él estaba ocupado y a ella no le molesto tanto ya que no sentía mucho por él.
El tiempo pasaba ninguno de los dos quería algo serio, por lo menos uno de ellos no… como dijo el algún día “pudo ser, pero no fue” ¿y por qué no fue? Pues por falta de interés… 
Después de dos años ella sentía que podía confiar en alguien completamente, sentía que era su complemento. Era su primer pensamiento en la mañana y el último al acostarse.
Completamente ilusionada y por qué no decir. Enamorada de él.
Bien. Llegó el día, la había besado... su corazón pedía a gritos aire para poder oxigenarse y no  entrar en una convulsión de tanta felicidad, había soñado con ese beso por semanas, con el rose de sus labios con los de ella. Sintió que sí, definitivamente aquel guitarrista apuesto se había robado su corazón. 
Pero había un problema. Ella tenía apenas 16 y el 23. Sin embargo a ella no le importaba, para la muchacha la edad era un simple número que no valía nada, pero para su padre no.
Se fueron dando los días entre besos y miradas cómplices acompañados de música. Sus vidas eran un desastre pero tenía momentos perfectos, se decían cosas que serían cursis de no ser por lo que uno sentía por el otro.
Ambos sabían que estaban rompiendo todas las reglas con ese cariño, amor o lo que quieran llamarle, fueron los meses más bonitos que pudo haber tenido ella, sentía que podía ser ella que podía confiar y entregarse a alguien por completo, y cuando digo entregarse lo digo en todo el sentido de la palabra. Ella siempre tuvo el complejo de llegar pura al matrimonio pero a esas altura de su vida sentía que nadie la aguantaría, además sentía que él era el indicado sentía que sin él en su vida ya nada tendría sentido. Él era su todo, y que mejor manera de marcar eso entregándose a él, todo fue tan mágico definitivamente aquel día fue el segundo mejor de su vida. El puesto uno lo llevaba el día en el que lo conoció.
Vivía en su burbuja soñando e imaginando escenas junto al, escenas perfectas llenas de finales felices. Quizá jamás le dijeron que si uno vuela muy alto el golpe de la caída sería muy dolorosa, quizá no se lo dijeron, por eso ella sueña cosas que ni en los cuentos de hadas pasan. 
Creo su propio mundo donde ella gobernaba a lado de su rey, las personas a su alrededor comenzaron a preocuparse por ella y  el comenzó a alejarse por alguna extraña razón. De pronto ella comenzó a sentir que el la dejaba y que se marchaba de su vida, las conversaciones y las amanecidas de desvanecían y quedaban en solo recuerdos rotos. El insomnio se apodero de ella y las ojeras de parte de su rostro, no hablaba ni socializaba con nadie, la preocupación de sus padres se podía percibir desde lejos, ella buscaba desesperadamente la manera de hablar con él. Hasta que un día su mundo se fue a la mierda cuando se enteró que mientras ella era completamente suya en cualquier momento él era su suyo solo a ratos y que aunque hayan pasado momentos muy bonitos y casi perfectos para el no significaron nada. Se le había caído la venda de los ojos y ya no era el insomnio lo que se apoderaba de ella si no la ira y las ganas de quitarle la dicha de respirar. No pasaban los minutos y las horas sin  que ella no pensara en la manera de vengarse y hacer que el sufra tanto mono ella lo hizo. Planeo todo muy bien y de la nada fue una bala con su nombre la que paso por su cabeza con el fin de que todos supieran que él fue lo último que paso por su mente antes de partir a donde sea, quizá algún día se volverán a encontrar ojala y en otra vida la ame tanto como ella lo amo aquí.
—Hey! Despierta… Te recuerdo que hoy tienes tu primera clase no me hagas pagar por las puras.
Todo había sido un sueño. Tan real… Quizá fue coincidencia sin embargo nada había cambiado… espera, no tenía que pasar todo lo que soñó. Esta historia recién empieza pero aunque estén rompiendo todas las reglas podía terminar con un feliz para siempre.  

Seudónimo: Panda