Falsa ilusión


FALSA ILUSIÓN

Era un sábado cualquiera, Luhana se despertó tarde y recordó que su madre iba a la feria del pueblo los fines de semana. De todas formas fue a su habitación, aun sabiendo que no la encontraría, algo le dijo que lo hiciera.
Como lo supuso, ella no estaba, eso significaba que era ella quien se quedaba a cargo de todo, con “todo” quería decir su casa, sus tierras de cultivo, sus animales y sobre todo a su revoltoso hermano pequeño, Kristian.
Ya era tarde, así que decidió ir a dar de comer a los animales, no tenía mucho tiempo, su madre llegaría en un par de horas y hasta despertar a su hermano pasaría un buen rato, entonces prefirió dejarlo descansar un rato más.
Cogió la cubeta que estaba en la puerta de su cocina, siempre estaba allí llena de desperdicios y algo gastada con el tiempo, con ella se dirigió hacia el chiquero de los cerdos, empezaría su recorrido dándole de comer a ellos.
Habían pasado ya casi dos horas desde que iniciado su trabajo, ya estaba acabando con los pollos, los últimos en su larga lista de animales.
Luego fue a lavarse las manos, entró a su casa y se apresuró en despertar a su hermanito. Al entrar al cuarto de Kris no lo encontró, Luhana asustada salió corriendo hacia el baño, donde quizás se encontraba.
—¡Kris! Kris, ¿Dónde estás? —gritó desesperada.
No había nadie en el baño, Luhana se estaba preocupando cada vez más, bajó desesperada a la cocina, tal vez Kris tuvo hambre y fue a comer.
—Kris… ¿Estás ahí? –no se oyó respuesta alguna.
Su hermanito no estaba por ningún lado de la casa, lo buscó por todo rincón del recinto, recorrió el lugar de arriba hacia abajo, pero no habían rastros del niño. Kristian había dejado su cama destendida y al parecer se había cambiado el pijama, eso lo notó porque su armario estaba removido y el pijama regado en el suelo.
Salió apresurada sin rumbo alguno, no creía que hubiera avanzado tan lejos, era un niño de apenas 4 años sus pasos eran cortos, además creía saber en dónde estaba, él solo conocía un lugar…
—No pudo ir muy lejos –dijo casi al borde de las lágrimas.
Se dirigió a la casa de Luis, un amiguito de Kris, tocó la puerta por largo tiempo pero no obtuvo respuesta alguna.
—Seguro salieron –pensó Lu en voz alta.
Resignada tomó el camino de regreso a casa, con suerte Kristian ya había vuelto, aunque lo dudaba.
A lo lejos observó a la Sra. Fuentes, la madre de Luisito
—Lo encontré –pensó entusiasmada al ver a su vecina con dos pequeños, aparentemente de la misma edad. La señora tenía solo un hijo así que supuso que el otro niño que iba con ella era su hermano.
Luhana fue corriendo hacia donde estaban las tres personas con lágrimas en los ojos, lágrimas de felicidad.
—Sra. Fuentes espere… —al estar cada vez más cerca la sonrisa que traía se borró de su rostro.
—Luhanita.
— ¿Qué haces por aquí? –dijo sonriente aquella mujer.
Lu sonrió levemente, fingido a simple vista y salió corriendo llorando sin parar por un camino que no era el de su casa.

Seudónimo: Pandicornio