Donde estés allí quiero estar


DONDE ESTÉS ALLÍ QUIERO ESTAR 

Hay mujer, no sabes cuánto te lloro y extraño, desde tu partida la vida ya no es la misma, todo me sabe mal.
La luna, los días, las personas y sobre  todo yo.
No sabes cuánto dolor dejaste tu remplazo en cada noche agónica, en cada día infeliz, todos esos tuyos.
Hasta el rincón amargo en el que estoy me sabe a ti, a tu esencia de rosa, una rosa que hoy se viste de negro y yo también.
El trago también me sabe a tristeza y agrio a la vez desde que ya no estás.
Creí que esas noches juntos, era como un néctar que  acompañaba nuestras lunas bajo tus ojos.
No sé si algún día  podré volver a verte, mujer.
Mi amada Laurita.
Si tan solo supieras cuanto te extraño y anhelo, mujer mía.
Espere unas cuantas horas mientras me agobiaba en alcohol he ira, el rincón que me acompañaba a mí y a mi copa fue testigo de mis incertidumbres hasta que llegó la hora.
Una extraña voz se manifestó, el cuerpo se me estremeció de inmediato, el temor comenzó a apoderarse de mí.
—¿Laura? ¿Eres tú?
No recibí respuesta alguna hasta las 12;47 pm.
—Sí amado mío soy yo.
—No puedes ser, tú ya estas muerta, ¿eres acaso un espectro? Tratas de asustarme ¿verdad?
—No querido, jamás lo hice y no tendría sentido hacerlo ahora.
—Entonces porque me dejaste, porque pensaste que sería feliz así.
—Querido en esta vida serás feliz eso ya lo sé. Además la noche es virgen y pura así que mejor aprovechemos este tenue momento tan dulce y tierno como nuestra noche de bodas.
—Cómo olvidar esa noche querida. Ahora estoy más que seguro que eres tú, quizá ya no como te conocí, pero tu esencia es la que me enloquece y habla esta noche, de  eso es de lo que me enamoré, así que dime ¿Cómo quieres disfrutar esta noche?
—Bailemos hasta el amanecer, allí quizá pienses que enloqueciste pero no será así, solo que me iré y te tendré que dejar para volver de donde vine.
En mi mente se formó un vacío profundo, el hecho que ahora estuviese aquí y que luego partiría me desesperaba, al punto de hacer temblar mi corazón.
La música empezó a sonar, un triste vals, tarareaba la tonada de la canción, en ese momento comencé a rasgar el pantalón, llevaba puesto con las uñas hasta que toqué una cosa muy dura en el bolsillo izquierdo, era un viejo revolver que llevaba siempre para ahuyentar ladrones, era antiguo y a la vez poco probable que funcionase.
Esa noche bailé como nunca, las ansias eran inmensas el poder sentir emoción alguna aumentaba con el pasar del tiempo aún más, hasta que medité la opción de partir con ella, junto a ella y su amor profundo.
—Querida sabes cuánto te quiero y extraño, sé que estoy loco y que eres producto de mi imaginación pero aun así te extraño y lloro.
—Pero quiero estar a tu lado lo que quede de la eternidad.
—No estás loco, solo un poco confundido y agobiado, mas no loco.
—¿Pero, como pretendes volverme a ver? si después de esta noche todo se acabara. Además tu estas vivo y yo tan solo de paso por esta tierra.
—Para mí es muy sencillo en este momento, ya que soy presa del delirio, puedo ir junto a ti, con tu tierna compañía.
—Claro, solo si tu así lo deseas.
—No es tan solo un deseo, es un anhelo.
—Pero ¿cómo harás tal cosa? Amado mío.
—El cómo lo haga, no importa, solo que este contigo y si esta es la verdadera locura, quiero estar loco para siempre.
En esa noche solo atiné a sacar mi revolver del bolcillo decir unas cuantas palabras y jalar el hatillo.
—Amor mío, esto es solo por ti y porque te quiero necesito estar a tu lado por siempre. Mi amada Laurita.

Seudónimo: Gonzalo