La noche del regreso

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Liliana amaba con todas las fuerzas a su novio, pero el problema radicaba en que la chica era muy celosa, le revisaba el celular, lo llamaba a todas horas, si lo encontraba hablando con alguna compañera de la facultad lo hostigaba y le preguntaba quién era, qué quería, por qué y para qué deseaba hablar con él. Hasta que un día el joven se cansó y dijo que la abandonaría.
De inmediato comenzó a preparar las maletas; Liliana se paró detrás de él.
— ¿A dónde vas? —le preguntó con voz temblorosa y llorosa.
—Ya te dije que me voy. Me cansaste, Lili. No volveré nunca más.
—Juro que voy a cambiar —suplicó ella— Juro que no voy a seguirte ni revisarte el celular. Por favor…
—Ya prometiste eso varias veces. Ahora no hay vuelta atrás. Adiós.
Salió presuroso del departamento, dejando a la chica derrumbada sobre la cama, llorando. Ella quedó destrozada, con el corazón roto, pero con muchas ganas de ir donde él, abrazarlo y decir lo que sentía; pero, sabía que todo eso se acabó debido a sus celos enfermizos. Al rato llamó una amiga, y entre hipidos y llantos Liliana le contó lo que acababa de suceder.
—Conozco una bruja que puede hacer que Mario vuelva a tus brazos —dijo la amiga después de un momento— Yo misma lo hice con mi primer novio. Funcionó.
—Yo no creo en esas cosas. Yo sólo quiero morir.
—Vamos a verla, y después ya decides que hacer.
Así que a más tardar fueron a visitar a la bruja, que atendía en una casa penumbrosa y muy alejada de la ciudad. Aquella mujer, que tenía un olor espantoso y tenía un pañuelo anudado en la cabeza, al estilo de los gitanos, aunque no era gitana, luego de escuchar el angustiado relato de Liliana se dio vuelta y de inmediato reviso sus cocherías en su escritorio.
—Esto hará que tu novio vuelva antes de la medianoche, querida —le prometió, extendiéndole un frasco con un líquido blancuzco dentro— Sólo debes esparcir el contenido de este frasco sobre una fotografía de él, y tu novio te amará por siempre, hasta el fin de tus días.
Como no tenía nada que perder y mucho que ganar, al llegar a su departamento, Liliana hizo lo que la bruja le había indicado, y luego se sentó sobre el sofá a esperar. A eso de las diez de la noche, llamaron por teléfono.
—¿Mario? —dijo ella con alegría.
—¿Liliana? —dijo una voz desconocida, que la desorientó por completo— Habla Rubén, un amigo de tu novio. Hubo… hubo un accidente, al mediodía, un choque en la carretera y lamentablemente, él no sobrevivió.
—¿Qué? —dijo la chica, con súbitas y ardientes lágrimas en los ojos— ¿De qué estás hablando?
—Pero eso no es todo —dijo Rubén, cuya voz se escuchaba muy angustiada— Su cadáver desapareció. Estaba en la morgue, y alguien se lo llevó hace un rato. No saben cómo ocurrió, pero el asunto es que…
La chica soltó el teléfono y se desmayó.
Se despertó tiempo después, con el llamado del portero eléctrico. Se incorporó y miró la hora del celular. Eran las once y media de la noche. Encendió la luz de la cocina y recordó la terrible conversación que había tenido con Rubén, el amigo de su novio, Jorge estaba muerto y su cadáver desaparecido de la morgue. ¿Acaso no estaría viviendo una interminable pesadilla?
El timbre no paraba de sonar, y Liliana, con la cabeza aún mareada, se acercó al teléfono del portero y miró la pantalla. Había algo allí abajo, en la puerta. Estaba cubierto de polvo y tenía las ropas destrozadas: miraba hacia la cámara con una fijeza espantosa. Era su novio. Sólo que estaba despedazado por el accidente y su cara se había deformado y parecía una especie de embudo. No dejaba de mirarla a través de la cámara, con ojos implorantes, ella no sabía que hacer solo quedo impactada y con mucho miedo ya que se escuchaba ruidos muy escalofriantes, aullidos de perros, y como si la muerte la llamara, y un deseo interminable de retroceder el tiempo y ser la novia que él siempre quiso, pero… entonces fue que Liliana recordó las palabras de la bruja: “Te amará por siempre, hasta el final de tus días…” Y es que las palabras de aquella bruja quedaron grabadas para toda la vida.
Y, así fueron pasando los meses y ella tuvo otro enamorado, al cual lo amaba mucho pero era igual y hasta peor celosa, el chico ya no suportó más sus celos y le dijo que la abandonaría y que lo siente mucho… de repente la chica sintió un escalofrió y la necesidad de contarle su pasado, fue cuando le empezó a contar y su enamorado quedo consternado, sorprendido y con muchas dudas, él no podía estar más hablando con ella fue tanto su miedo que salió corriendo y fue a su carro. Él manejó con angustia y desesperación y quiso salir del lugar, fue ahí que la chica se quedó llorando.
La chica estaba mirando la foto de su enamorado y la de su ex, fue cuando el líquido que le había dado aquella bruja se esparció en ambas fotos, ella solo pensó que era agua y lo limpio y lo dejó secando, después de un rato recibió una llamada, Liliana repitió las mismas palabras.
¿Juan? Eres tú, pero la voz no era de él, era de una chica, fue tanto los celos que le corto, pero la chica seguía llamando... Hasta que Liliana, decidió contestarle con vos de ira, pero ya era las 11.10 de la noche y es cuando la chica le dijo; lo siento mucho, su enamorado murió en un accidente de tránsito, pero lo raro es que su cadáver desapareció y no sabemos quién se lo ha llevado, pero el asunto es que…
Liliana soltó el teléfono y consternada subió a la azotea, delirando, pensando que iba a pasar lo mismo que hace seis meses, ella ya no quería pasar por lo mismo; es así, que se lanzó del tercer piso, pensando que todo era su culpa y que no merecía vivir.
Al ratito suena el timbre, pero nadie sale, era el portero que dejó una carta para Liliana de su enamorado, la cual decía” Lo siento Liliana, pero necesito pensar bien las cosas y es por eso que me voy de viaje a donde mis padres y cuando me sienta preparado volveré, recuerda que TE QUIERO, no tengo la valentía de ir a tu casa y decírtelo en persona, y perdón por la llamada que te hicieron… era mi amiga la cual quiso hacerte una broma… espero que me entiendas, con cariño Juan…”

Seudónimo: Haruhi