PUEBLO VIEJO
Allá pué lo llamaban pueblo viejo al frente de la carretera que va pa mosopuquio, mi madrecita me contaba muchas historias pué, como Vivian los incas en el pueblo viejo, allí habían restos un día mi madrecita me llevo a conocerlo hay había muchas casas de barro, pero lo q más me sorprendió fue aquella bella campana que vi, quise tocarla pero mi madre me di un grito:
—Oye Margarita sal de ahí que te puedes caer, mejor corre mira al burro que está cotimbiando (brincando).
—Como usted diga madrecita, pero no es pa que me grite.
—No sigas hablando, corre mira al burro, ya te alcanzo y dile a tu taita (abuela) que prenda la candela (cocina a base de leña).
Así pué me tuve que ir pensado sobre aquella bella campana, llegando a la casa le pregunté a mí taita sobre ella y me respondió:
—Ay Margarita ese pueblo tiene una historia, ven siéntate aquí cerca de la candela para que te cuente, en ese pueblo el hijo del inca se casaría, pero no con cualquiera, era una bella mujer de piel blanca cabellos tan negros como la noche y ojos que parecían el océano, parecida a ti Margarita ,pero la joven era española ,bueno su padre del joven apuesto no se lo permitió y le prohibido ver de nuevo a la chica ,lo mismo pasó con la joven, esta bella pareja decidieron que nadie los separaría y se juraron encontrarse en la noche cerca del campanario, cuando se encontraron, los españoles los descubrieron y se llevaron a la joven y atacaron el pueblo dejándolo casi en ruinas ya que no estaban listos para defenderse.
—¿Taita y que pasó con el joven?
—Al momento que atacaron los españoles la gran campana se cayó y aplasto al joven, dicen que en esa misma campana el joven espera a su amada para huir juntos, muchos de aquí dicen haberlo visto, pero en realidad para nosotros es un demonio que busca jóvenes para matarlas, por eso mi hija nunca te acerques al pueblo viejo.
Me quedé muy preocupada y a la vez con mucha curiosidad, ya se hacía tarde y mi madrecita no llegaba todavía, dejé a mi taita y fui a buscar a mi madre a pueblo viejo, porqué allí se había quedado, ya estaba de noche ya casi pa las 12:00 am y vaya sorpresa la mía, en aquella bella campana vi a un joven muy apuesto y mirando a la nada, como si buscara algo.
Me acerqué y le pregunté:
—Te pasa algo, a quien estas buscando.
—No me pasa nada, solo espero a la joven de mis sueños.
Él se giró a mirarme, me miró con una mirada tan bella y cautivadora me quede fría, él corrió hacia mí a abrazarme.
—Pero si eres tú Clarisse, no sabes cuánto tiempo llevo esperándote.
Me sorprendí mucho que me había quedado sin palabra alguna:
—Disculpa pero yo no soy Clarisse —le respondí.
Salí corriendo, perdiéndome entre los cerros, le conté a mi taita y me regañó, al rato llegó mi madre cargada de alfalfa pa los cuyes que morían de hambre me dijo:
—Margarita apúrate ven ayúdame que estoy cansada, corre dales un poco de alfalfa a los cuyes que están gritando.
—Sí madrecita, pero tengo algo que contarte sobre el pueblo viejo.
—Que pasó margarita, no habrás ido halla verdad.
—Bueno no tiene caso mentirte. Como no llegabas fue pues a buscarte, allí encontré a un joven que me abrazo diciéndome Clarisse, pero dime madrecita quien es Clarisse.
—Hay mi hija que haré contigo, nunca más te acerques allá, aquel joven era el hijo del inca y Clarisse, su amada que murió.
Me fui muy pensativa con lo que me dijo mi madrecita, pero no podía quedarme con la duda aquel joven era muy bien parecido (apuesto), tenía que saber que hacia allí si ya había muerto, espero a que mi madrecita y mi taita se durmieran para regresar a pueblo viejo y acabar con el misterio de una vez.
Encontré al joven y le pregunté que le pasaba a lo que él me respondió:
—Clarisse acaso ya me has olvidado, olvidaste las promesas que nos juramos.
—Disculpadme, pero yo no te conozco yo me llamo Margarita.
Al mirarlo en ese instante me enamoré de él que no sería capaz de seguir preguntando y acabar con el misterio, el parecía muy triste, decidí acompañarlo a ver aquellas bellas estrellas, cuando mi madrecita apareció a regañarme y llevarme a casa, pero yo no me quería ir aún, fue cuando me despedí del joven porque sabía que ya no lo vería más.
Mi madre me regañó y a la vez me abrazo llorando y diciendo gracias a dios que no te pasó nada, pero sabía que ese joven no era malo solo tenía tristeza en su corazón.
Pero no hice caso a mi madre y al día por la noche siguiente volví a pueblo viejo y lo volví a encontrar, pero cada vez estaba más triste, pero no lo podía dejar porque realmente lo quería, le dije si podía hacer algo por el a lo cual él respondió:
—Cumple la promesa que un día jure y así poder ser feliz, con la persona soñada.
Esa noche la misma promesa se hizo, en la misma campana, pero esta vez nunca nada ni nadie podría separarnos.
Aún recuerdo como desaparecimos en aquellos cerros cubiertos por la neblina de la fría noche, recuerdo a mi madre corriendo tratando de alcanzarme, pero ya era demasiado tarde ya no logré verla más a nadie, ni al maravillado pueblo viejo.
Seudónimo: Clarisse