Dos

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Que vacío se veía todo en la oscuridad, solo  las olas resonaban como cada madrugada.  Siempre  había sentido la necesidad de compartir con alguien mis experiencias, pero estaba solo  y  mientras  caminaba  como todas las  mañanas por la orilla del mar, mirando  el horizonte me preguntaba  mil cosas sin sentido.
A pesar que no tengo a nadie en casa, mamá y papá ya no están,  y tengo pocos recuerdos de mi infancia, pero siempre me preguntó si tengo hermanos,  y el recuerdo me paraliza.
Cuando  me miro al espejo   surge la misma pregunta ¿dónde está? Otros rostros; en verdad podrás pensar que estoy loco, pero verás.
 Ayer salí a caminar, vi en la calle a una señorita  tendida en el suelo  había caído por accidente  imagino, la  ayudé a levantarse  le pregunté su nombre, ella dijo Grace Dogtson, y el suyo me preguntó:
—¿Cuál es su nombre amable  señor?
Me puse a pensar un rato  y le dije: Gustavo Dogtson, mucho gusto.
—Gracias es muy amable,  respondió; que coincidencia tenemos el mismo apellido, me dijo.
—Sí,  le respondí con voz baja,   y me fui pensando  no podía  olvidar su rostro. Me recordaba a alguien.
Hace 20 años en mi ciudad natal antes de venirnos al pueblo cuando  todavía  era un niño,  recuerdo que tenía  a alguien  que  me ayudaba en todo.  ¿Una hermana?
—Dónde habrá estado todo este tiempo —me pregunté— se fue cuando tenía 7 años, sin dejar rastro alguno, no sabía  el problema por el que se fue,  pero si sé una cosa me hizo un poco de daño no haber pasado más tiempo con ella,  aunque  siempre la tuve presente. Pero por qué estoy recordando esto.
Al día siguiente, coincidimos en el mismo lugar  con Grace,  me invitó a su casa, porque la había ayudado  el día anterior; su casa era muy humilde casi en ruinas, parecía que iba desplomarse en cualquier momento,  me dio mucha tristeza,  aquella situación, casi nunca había visto una casa tan precaria. Y nunca había sentido la necesidad de ayudar a alguien.
 En el fondo de aquella casa,  entre la oscuridad y la luz, se veía un chico, sentado,  casi inmóvil,  no logré verlo bien y tampoco pregunté nada.
En la noche mientras regresaba a casa me quedé pensando en ella   y al día siguiente fui con esa intención de ayudarla,  pero   ya  no estaba la casa, solo ruinas  como lo predije se habían ido y la casa fue destruida. 
Después de un tiempo  la volví a encontrar, conversamos sobre mis sospechas, pregunté si recordaba su infancia; y ella me dijo que sí.
—Recuerdo que  tenía un hermano que a veces  me tapaba mis locuras,  me ayudaba en lo que necesitaba, una mamá cariñosa y un papá un poco testarudo,  pero me quería.  Le voy a contar algo que no conté a nadie;  yo me Salí de casa porque estaba enamorada y mis papás no querían al chico que me gustaba,  así que me escapé sin dejar rastro,  pero eso no es todo;  ahora no vivo con él, pero  tengo un hijo que quedó ciego después de un accidente. Y la vida nos ha sido difícil. Al oír su historia también recordaba la mía, aquel recuerdo que había estado paralizado se iba despejando poco a poco, mientras un mar de  lágrimas cubría mi rostro, ¡era ella!
El silencio se hizo más profundo, hasta que nos abrazamos, sin decir una palabra.
Al día siguiente nos hicimos una   prueba de ADN, a pesar que ya nos habíamos reconocido, el resultado positivo nos alegró más. Éramos hermanos, dos corazones que durante años estuvieron separados se  volvieron  a encontrar. Frente al mar, mirando el horizonte, volveremos  a empezar.

Seudónimo: Axel