El oxígeno

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Estaba resfriado así que tuve que salir a comprar algunas pastillas. Quería suponer que nada había cambiado y fui a la farmacia que ella frecuentaba, estaba cerrada así que me di una vuelta por todo el lugar, ya era tarde y no habían muchos lugares abiertos; me aburrí de buscar y estaba regresándome a casa hasta que... La vi, estaba sentada y dormida en un asiento de la plaza al parecer no había nadie por ahí, estaba oscuro. Así que me acerqué. No sabía que decirle, no la veía por mucho tiempo, pero de ninguna manera iba a dejar que se congelara de frío, me saqué la casaca y se la puse, rápidamente despertó y con esos ojos tan dulces me miró sorprendida y me empujó; no pasó mucho tiempo hasta que me reconoció, sonrió y me abrazó. Podía notar en su rostro pálido que estaba ebria.
—¿Por qué no llegaste antes? —Me causó gracia escucharla con su voz bajo los efectos del alcohol
—Que... ¿Estabas esperándome? —Me golpeo suavemente con una pequeña sonrisa
—No, en realidad no. Eres un tonto ¡Cárgame! ¿No ves que no puedo pararme?
La cargué y noté que había bajado de peso, su frágil cuerpo me incitaba delicadeza.
—¿Qué miras tanto? ¿Quieres que te golpee? Mejor bésame Tonto... llévame a mi casa.
Me entregó un papel con su dirección. No estaba muy lejos así que no tome taxi. Yo podía protegerla.
—¿Cómo has estado? Llevo mucho tiempo sin saber de ti.
—No he cambiado nada...
—No puedo saberlo si solo me lo dices.
—Tú tampoco cambiaste.
—Lo que siento por ti no...
Llegamos a su casa, bajó de mi espalda con un movimiento brusco y se despidió.
— Mañana a las 9:00 pm en el lugar de siempre —grite.
Sonrió y vino corriendo hacia mí, me dio un beso y escapo rápidamente. Pasé todo ese día pensando en ella. No podía creer lo hermosa que estaba. Me causó mucha intriga saber si seguía sola. Ya son las 10:00 pm y ella no llega.
—¿Le habrá pasado algo? No lo creo, ella sabe cuidarse muy bien. Y... ¿Si la llamo? ¡No! pensará que crees que es una niña. Pero podría estar secuestrada en una granja a las afueras de la ciudad o simplemente está considerando demasiado venir a cenar; probablemente no le importe y solo aceptó la invitación porque es muy amable. Tiene mucho sentido, ella es muy dulce. No... Creo que no. Si realmente fuera amable estaría aquí o por lo menos llamaría. Tal vez, se cansó de ser amable siempre y quiso dejar de serlo por esta vez.  Bueno ¡Ya! ¡Cálmate! ¿En serio? ¿Crees que ella vendrá? Sí... ¿No lo entiendes? Es alguien que esta fuera de tus posibilidades.
—Lo sé. Pero se supone que deberías apoyarme. Sabes que solo soy una parte de ti; no quiero salir lastimado, es por tu bien. El timbre sonó y ya sin esperanzas en que fuera ella, la puerta abrió. Lo siento, se me hiso tarde, estaba...
 —Tranquila, está bien, pasa por favor.
Después de un largo momento incomodo, me decidí a preguntarle.
—¿Sigues cortándote?
Con una voz trémula me respondió:
—Sí...  ¿Por qué?
—Me prometiste que no lo harías más.
—¿Porqué, no? Nada ha cambiado
—Me entenderías, sí fueras yo.
 —Sabes que es tonto, no cambiará nada (sí tú sigues igual) Y... ¿Cómo vas con las drogas? Todavía las compro...
—Sigues hablando con él... ¿Cuándo las consumes?  Sí...
—¿Qué es lo último que recuerdas? Estaba sentada cuando susurró: El mundo sería mejor si yo no existiera.
Seudónimo: Evi