En el nombre de dios


EN EL NOMBRE DE DIOS

Nunca olvidaré lo que pasó ese día de octubre. Yo fui a hacer un mandado a la tienda de la avenida, como todos los días. En el trayecto de mi casa a la avenida, cruza una ladera muy empinada, por la cual pasan los carros. Me acuerdo haber pasado por allí muchísimas veces en carro con mi padre, en época de colegio. Pero ahora sé que verla no me traerá recuerdos nostálgicos, sino un terrible pesar.
Caminaba por la calle observando como una familia armaba un partido callejero de vóley entre sus miembros. Me sorprendía como dominaban la pelota, ya que a mí me cuesta muchísimo. Ya me iba acercando a la esquina para cruzar la ladera con cada paso que daba. Ya estaba por cruzar la calle cuando se me cayó de la bolsa el paquete de la salsa de tomate. Cuando procedí a recogerla escuché tres disparos que venían de la parte alta de la ladera y una señora gritando, ¡cuidado!
Yo me asusté y cuando alcé mi mirada al frente vi como el carro station wagon negro bajaba la ladera a toda velocidad, casi rozándome. Alcancé a ver al conductor, parecía que estaba desmayado o muerto quizá, pero estaba inconsciente. Seguí al carro con la vista, escuché gritos y cuando volteé mi cabeza vi el macabro espectáculo. Solté mis bolsas y me quedé petrificada. Después vi como un montón de gente se reunía alrededor de toda la escena y se escuchaban a lo lejos sirenas de la policía y ambulancias. Vi a mi madre en el montón de gente, la cual al parecer se dio cuenta de mi estado y le dio la vuelta a toda la multitud y llegó donde estaba.  De los carros policiales bajaban tipos altos con un rollo de cinta amarilla, como esos que se usan para aislar un área en construcción. Cercaron toda la escena y pidieron a la gente que se retirara para que pudieran hacer su trabajo. Mamá me llevó a casa. Me acuerdo que ella me dijo que descansara y que mañana le contara lo que vi. Escuché como ella estaba rezando el rosario mientras en la televisión el periodista dijo:
Es sorprendente la cantidad de atentados terroristas y extremistas que está ocurriendo alrededor del mundo, los cuales están cobrando la vida de miles de inocentes. La mayoría de estos atentados son causados por cuestiones religiosas, en “el nombre de Dios” De acuerdo con esta definición, el número de ataques terroristas en todo el mundo desde 1970 ha aumentado varias veces, y su punto máximo, más de 16.000 casos, llegó en el año 2012. Como punto de comparación, cuando el proyecto comenzó a recopilar datos, estos casos eran menos de mil.
No obstante, es difícil determinar si el número de las víctimas está creciendo junto con el número de los ataques, ya que, por ejemplo, últimamente se registran más casos de "atentados de lobos solitarios" que no provocan muertes o solo un número pequeño de víctimas: alrededor de 10 personas. Esto es lo que dijo un teólogo al respecto: “Cuando la religión no está fomentando conflictos, está obrando como una droga que insensibiliza la conciencia de los hombres y les llena el cerebro de fantasías para que se evadan de la realidad. [...] Hace que la gente sea de mentalidad estrecha y supersticiosa, y que esté llena de odio y temor”.
Estas acusaciones son ciertas. Hay religiones malas y buenas, me dijo  una persona una vez en un café. 
“Esa crítica es injusta”, dirían algunos. Sin embargo, ¿quién puede negar los hechos históricos? En general, la religión, que puede definirse como “el servicio y adoración que se rinde a Dios o a lo sobrenatural”, tiene un vergonzoso historial. Debería iluminarnos e inspirarnos. Pero en la mayoría de los casos, lo que hace es generar contiendas, intolerancia y odio. ¿Por qué?”
Viendo el panorama actual, se puede afirmar que la religión no está haciendo ahora más que desunir a la gente. En otras noticias…
No presté atención a lo demás porque trataba sobre política y economía, y eso sinceramente no me interesaba en lo absoluto. Pero me puse a pensar en lo que dijo el periodista. “la religión no está haciendo ahora más que desunir a la gente”. Me acordé entonces de las palabras de Mateo 24: 4.
—Muchos vendrán en ni nombre […] y extraviarán a muchos” 
Después de oír a periodista, me acordé de aquel pasaje bíblico y parece que se está cumpliendo. Esa frase rondó por mi cabeza toda esa noche.
Al día siguiente oí el reporte policial de los hechos: 45 muertos, 5 heridos graves, 7 heridos leves, un poste caído, un auto incendiado y un asesino no identificado aún.
La descripción que ofreció el periodista fue:
El asesino siguió en moto al chofer del auto, su compañero le disparo 3 veces en el pecho, lo cual lo mató instantáneamente. El chofer murió pisando con un pie el acelerador y con el otro el embriague. El auto siguió avanzando a toda velocidad por la ladera, atropellando a 17 personas. Siguió bajando más rápido y chocó contra un poste,  cuyos cables al caer hicieron corto circuito con las luces del auto creando una chispa, la cual derivó en una explosión por la gasolina del vehículo que incendio una casa continua, matando a 27 personas más que celebraban una fiesta dentro. Aparte, el poste aplastó otros 2 autos y una minivan, lo cual hirió de gravedad a 5 personas y otras 7 resultaron heridas levemente.
Recuerdo que ese día toda la gente de la urbe se concentró en la cancha deportiva para hacer una misa y guardar un minuto de silencio por los fallecidos.
Nunca supe sobre las víctimas de aquel penoso accidente, hasta hace unas horas. Resultó que el asesino era un extremista religioso, cuya religión no soportaba a las demás. Entonces al ver a una multitud de predicadores de otras religiones, le disparó al conductor para que el carro, por efecto de la inercia, los arrollara. 
Sus declaraciones a la policía cuando fue cuestionado hicieron ver que estaba relacionado con la misma secta religiosa que ocasionó otras matanzas alrededor del mundo. Yo pensé que eso estaba lejos de mi vida, de mi país, pero me equivoque. 
Quizá a mucha gente no le interese esto. Piensa que no es una gran pérdida, que no tiene importancia. Pero créanme, si lo vives de cerca no pensaras lo mismo. El asesino ya está tras las rejas, al igual que los demás,  pero nada borrará el daño que causaron y el dolor que aquellas veces  provocaron “en el nombre de Dios”.
 
Seudónimo: Tommy the cat