El pingüinito


EL PINGÜINITO 

Érase una vez en un lugar muy frío, allí vivían muchos pingüinos; todos eran felices, pues aún no sufrían del calentamiento global. 
Un día sucedió un hecho extraño, en una de las muchas familias nació un hermoso, pero muy pequeño pingüino, a quién llamaron desde entonces Pingüinito. Todos se quedaron asombrados con la llegada de Pingüinito, ya que tenía las aletas demasiado pequeñas, un pico que parecía la boca de un ser humano y todo su cuerpo era blanco. 
Pasado un tiempo Pingüinito fue creciendo y a medida que lo hacía los demás pingüinos le mostraban un gran rechazo, tal vez por envidia o porque quizás no era parecido a los demás, pero la realidad era que Pingüinito era el más hermoso de la tierra.
Conforme iba creciendo Pingüinito, el rechazo era mayor, tanto así que Pingüinito no quería salir de su hogar, porque cada vez que lo hacía era maltratado y hasta golpeado.
Permanecía solo en la casa ya que prefería estar así antes de ser humillado; él quería nadar, pero no podía por sus aletas cortas; ni sus padres podían ayudarlo. 
¿Qué podía molestar tanto a esta población, si Pingüinito era un ser muy noble? Un día cuando todos se fueron a la mar Pingüinito desesperado y harto de tanta injusticia se fue, no llevándose nada consigo, quizás solo quería desaparecer; pasó varios días caminando, hasta que su pobre cuerpo ya no daba más; cayó desvanecido esperando solo morir, pero al despertar vio que estaba en una enorme cueva ¿Cómo había llegado ahí? De pronto hizo su aparición un enorme oso polar, pingüinito se asustó, quiso huir del lugar inmediatamente, pero el oso demostró que solo quería ayudarlo, le dio de comer y beber, Pingüinito se dio cuenta de su bondad y le agradeció. Él contó todo lo que le había sucedido, que nadie lo quería y lo rechazaban por ser diferente a los demás. Pingüinito se desahogó y lloró en los brazos del oso, sintiéndose protegido por él, quien era padre de dos ositos, lo comprendió y lo ayudó a salir adelante. Era ya de noche, el oso le pidió que descansara. Al día siguiente le enseñó a Pingüinito a nadar, le explicó lo bello que es la vida y sobre todo le hizo entender que las diferencias físicas no importaban, y solo lo que uno tiene muy dentro de sí. Muchos días después Pingüinito por fin lo entendió, así que decidió regresar con su familia; cuando llegó los demás pingüinos quisieron burlarse nuevamente, pero Pingüinito no lo permitió no les dio la más mínima importancia. Es así que desde entonces vivió muy feliz conjuntamente con su familia.

Seudónimo: Cecilio